4. Hacia una clasificación (todavía provisional) del chiste

En sentido amplio, y dentro todavía de lo que viene siendo tradicional, podríamos hablar, en principio, de dos tipos fundamentales de chistes:
a) los que constituyen por sí mismos un "texto" (breve y autosuficiente) de antemano fijado (en sus aspectos temáticos y de contenido, no necesariamente en los formales), que se reproduce para otros, al servicio sólo de la función lúdica: son los chistes humorísticos (o chistes propiamente dichos, los que estudiaremos aquí);
b) y los que podríamos denominar provisionalmente chistes de humor (no pre-fijados, y también breves) porque son creaciones espontáneas (improvisadas) o estilísticas, con intencionalidad cómica también (más o menos consciente), pero al servicio de la comunicación intersubjetiva o del texto (generalmente literario) en que se inscriben, que tienen, en cada caso, otras finalidades e implican otras muy diferentes relaciones entre emisor-destinatario y texto-receptor.
Entre éstos que hemos llamado "de humor", estarían las creaciones coloquiales (surgidas al hilo de la conversación, aunque presentadas aquí aisladas de su contexto "natural") que hemos citado más atrás; y ejemplos como éstos, de muy distinto signo, que tomamos de los personajes de la novela Tres tristes tigres (Guillermo Cabrera Infante, Seix Barral, Barcelona, 1971), cuya comicidad no pasará seguramente inadvertida al lector:
* [...] porque Bustrófedon era tan enemigo del matrimonio (mártirmonio decía él) como amigo de las casadas, perfectas o imperfectas [...] (p. 213)
* [...] Arsenio Cué solamente, que organizó un sonido rugiente mientras daba un corte para evitar arrollar a un hombre gordo. El pesado peatón se aligeró por el susto y ganó la acera o perdió la calle de un brinco y quedó en el contén haciendo giros, cabriolas [...] (p. 368)
* —[...] Pero te voy a hacer una cita penúltima. Tú la recuerdas —no me preguntaba, me decía—. "C'est qu'il y a de tragique dans la Mort, c'est qu'elle transforme notre vie en destin".
—Es bien conocida —dije con Sorna. En estos casos procuro no estar solo (p. 342).
Aunque no disponemos de término con que nombrar este tipo de creaciones lúdicas (ni en su vertiente espontánea ni en ésta, estilística) y hemos utilizado el de "chiste", con el que el pueblo designa a todo enunciado breve que le mueve a reacción cómica, se entiende que éstas no constituyen, para nosotros, chiste propiamente dicho.
Cuatro son, en resumen, los criterios que nos permitirán indagar en las múltiples manifestaciones de humor lúdico que existen cuáles constituyen (o no) chiste:
a) brevedad,
b) autosuficiencia semántica,
c) fijación-reproducción (ficción),
d) función exclusivamente lúdica.
No hace falta decir que estas cuatro condiciones de textualidad conviven simultáneamente en el chiste sin estorbarse ni —lo que es más importante— impedir, llegado el caso, la creatividad del que lo actualiza.
Lógicamente, la variación, la heterogeneidad surge de la necesidad de adaptar el tipo establecido de texto (chiste) a los requerimientos diversos de la actividad comunicativa. Entre sus principios de funcionamiento tienen capital importancia la incidencia del canal, la del contexto y las estrategias discursivas; todo ello justifica el modo específico en que el chiste manipula y se vale preferentemente de unas determinadas categorías lingüísticas o gráficas, de ciertos procedimientos técnicos propios y de unos medios de presentación fuertemente caracterizados.
Atendiendo a la incidencia del canal, podemos distinguir tres tipos básicos de chiste (al servicio de la actividad lúdica): oral, gráfico (pictórico-lingüístico o verbal ilustrado; prescindimos en este estudio del chiste que se vale exclusivamente de la imagen) y escrito. Cada uno de estos tipos define, a su vez, sus propios subtipos, atendiendo a otros factores de interés. Por ejemplo, el chiste gráfico, que aparece normalmente firmado, marcará sus diferencias en criterios como el medio de difusión empleado (tebeo, diario, revista...), la actualidad, la temática, la fuente de inspiración, la extensión, la relación dibujo-texto, la calidad del dibujo, su mayor o menor inspiración en el cómic, los mecanismos de manipulación lingüística, la estilística peculiar de su autor, etc., todo lo cual hace (aun siendo de actualidad ambos) muy diferentes a los dos chistes que siguen:

Del mismo modo, el chiste oral (con o sin soporte gestual), aun participando inevitablemente de las características del registro verbal oral, presentará notables diferencias si es contado por un "humorista" (chiste oral profesional) o forma parte de una de nuestras charlas cotidianas (chiste oral popular). Y, a mitad de camino de la creación consciente (chiste gráfico) y de la recreación (formalmente improvisada o no, del chiste oral), el chiste escrito reproduce con frecuencia, sin pretensiones estilísticas, al oral, pero ha de usar necesariamente sus propios recursos (gráficos, contextuales), y esto, sin duda, lo hará también formalmente diferente a aquéllos.
De este modo, aunque necesitada todavía de no pocas matizaciones (de ahí su provisionalidad), una clasificación así nos permitirá establecer criterios metodológicos con los que integrar coherentemente en el conjunto el estudio de los diferentes tipos de chiste, con lo que tienen en común y lo que como peculiaridad los caracteriza.

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